viernes, 19 de octubre de 2012

UN LIBRO PARA EL FIN DE SEMANA: “Lágrimas en la lluvia”. Rosa Montero.

Imagina que solo dispones de 10 años. 520 semanas del siglo XXII para vivir, conociendo la limitación de tus días y el engaño de una memoria inventada por otros.
Pura ciencia-ficción que bebe de la película más legendaria del género: “Blade Runner”. Los replicantes regresan dentro de un universo más extenso del fílmico, creado por la imaginación de la escritora madrileña. Bruna, su protagonista es una replicante detective, obsesionada con su muerte próxima, que, en la estela de la novela negra, no podrá confiar en nadie, ni en nada.

                                                                                   TE LO RECOMIENDO


La importancia de la lectura


Ahora, querido lector, querida lectora, estás leyendo. ¿Crees que tus ojos «se deslizan» por las líneas como una especie de góndola a lo largo de un canal? Te equivocas. Los ojos humanos no se deslizan, sino que saltan por la línea escrita. Saltan, se detienen una centésima de segundo, leen las palabras que hay antes y después, vuelven a saltar de nuevo, y así hasta llegar al final de la línea: entre tres y seis saltos por línea, según lo apretadas que estén las palabras o la atención con que se lee.
Tampoco nuestra atención se desliza, sino que salta. Aunque leamos con atención, no leemos todas las palabras: nos distraemos continuamente. Nuestra atención no está preparada para leer un chorro continuo de palabras únicas y esenciales, y los textos en los que uno no se puede perder ni una palabra (por ejemplo, ciertos textos de filosofía) tenemos que leerlos una y otra vez para entenderlos. Los textos bien escritos (como este, por ejemplo) consisten en continuas reelaboraciones de lo mismo, en variaciones y variaciones de un tema. Es necesario decir las cosas muchas veces para que el lector las entienda. Es necesario, digámoslo así, dar muchos ejemplos. La literatura es, en cierto modo, el arte de poner ejemplos. Cervantes dice en un par de frases que Don Quijote se volvió loco: a continuación, se dedica, a lo largo de cientos y cientos de páginas, a poner ejemplos.
«Diferir» significa dos cosas: (1) decir algo diferente de lo que dice otro, y (2) postergar, es decir, retrasar en el tiempo. Todas las frases que existen, desde la primera que se escribió al principio de los tiempos, comparten esas dos cualidades. Difieren y se difieren. Diga usted algo, cualquier cosa. En seguida notará que es imposible decir eso «completamente», y que necesita añadir otra frase más para aclarar la primera. La segunda frase aporta precisión y acota el campo de significado de la primera, pero también introduce significados nuevos, nuevas cosas que hay que aclarar. Aparece así una tercera frase, que pretende dejar perfectamente claras la primera y la segunda. El «significado», pues, esa perla perfecta, esa flor azul inconcebible, difiere: se retrasa. Y también difiere en el otro sentido, se hace cada vez más diferente. Así surge la literatura: por la imposibilidad de decir nada completamente, de decir nada definitivamente.
Antiguamente, leer se percibía como algo semejante a hablar. Esa es la razón de que en las inscripciones romanas, por ejemplo, las letras estén tan juntas: sólo se entiende dónde empiezan y terminan las palabras si se leen en voz alta. Fue San Agustín el primero que describe a una persona leyendo en silencio, es decir, leyendo con los ojos. A partir de entonces comienza el proceso que llevará a la lectura moderna, que percibimos no como algo semejante a hablar, sino como algo semejante a mirar. Leemos con los ojos, excepto los ciegos, que leen con los dedos: claro que los ciegos también ven con los dedos.

Pero ¿qué es lo que vemos? Cuando leemos literatura, no vemos las letras. Ni siquiera vemos la página. Es posible que al principio, por espacio de unas frases, veamos la página, pero luego, si la magia de la literatura se produce de verdad, los ojos comienzan a ver cosas que no están físicamente presentes. Entonces leer ya no se parece ni a hablar, ni a mirar, sino a recordar. ¿Por qué los libros suelen estar escritos en pasado, si nos cuentan cosas que sentimos como presentes? Sin duda el origen está en los aedos que contaban las hazañas épicas sucedidas siempre mucho tiempo atrás, pero esa convención bien podría haber caído en desuso como tantas otras. No, los libros están escritos en pasado porque son algo así como recuerdos inducidos.
Leer es una creación, y todo el que lee es creador. El buen lector lee sin prisa, lee sin expectativas. El buen lector no desea aprender nada ni convertirse en una persona mejor: desea vivir más, tener experiencias reales. El buen lector no va en busca de diversión, sino de alimento. Claro que, ¿quién desea alimentarse de una sustancia que no resulte deliciosa? El buen lector sabe que cuando entra en los caminos de un libro entra también en su propio interior, y que las cosas que encuentra en esos caminos, dragones o rosas, estatuas o ratas, están también dentro de él. Leer es viajar por dimensiones inexploradas del palacio de la imaginación; quiero decir, visitar cuartos de la propia casa mental que de otra forma estarían siempre cerrados. Leer es viajar, leer es descubrir, leer es construir en el espacio interior una casa, una resistencia. Leer es construir una casa para el alma. Leer es construirse un alma

martes, 16 de octubre de 2012

CURSO


Director, JULIÁN SOLANA PUJALTE 
27 de octubre (10:30 h.)
 El libro antiguo. Su análisis desde un punto de vista material y formal. 
Dr. Julián Martín Abad (Biblioteca Nacional de España). 

10 de noviembre (10:30 h.) 
La catalogación: teoría, práctica y automatización. 
Dña. Isabel Moyano Andrés (Biblioteca “Joaquín Leguina”, Comunidad de 
Madrid). 

17 de noviembre de 2012 (9:45 h.)
El Libro antiguo y las nuevas tecnologías. 
D. Eduardo Peñalver Gómez (Biblioteca de la Universidad de Sevilla). 
El estudio del ejemplar. 
Prof. Dr. Julián Solana Pujalte (Universidad de Córdoba). 

24 de noviembre de 2012 (9:45 h.)
El papel del grabado en el libro antiguo a través de la historia y los nuevos retos de catalogación. 
Profª. Dña. Ana María Pérez Galdeano (Universidad de Granada) 
La encuadernación. Evolución técnica y estilística en Europa Occidental. 
Dña. Carmen Peña Calleja (Instituto del Patrimonio Cultural de España). 

1 de diciembre de 2012 (9:45 h.) 
Las traducciones castellanas de Erasmo en el s. XVI. Estado de la cuestión. 
Problemas bibliográficos y filológicos. 
Profs. Dres. H. Rabaey. M. D. Rincón. M. Rodríguez-Pantoja, J. Solana (Proyecto 
Bibliotheca Erasmiana Hispanica) 

15 de diciembre de 2012 (10:30 h.) 
Patologías del libro antiguo. Conservación y restauración. 
D. Javier Tacón Clavaín (Biblioteca “Marqués de Valdecilla”, Universidad 
Complutense). 
Mesa redonda: el fondo antiguo de las bibliotecas de Córdoba. 
P. D. José Molina Valero (Biblioteca OCD de Andalucía). 
Dña. María del Carmen Liñán Maza (Biblioteca de la Universidad de Córdoba). 
D. Manuel Ruiz Luque (Biblioteca “Manuel Ruiz Luque”, Montilla).  

A celebrar en el Aula Magna de la Facultad de Filosofía y Letras de la UCO
Para formalizar la matrícula en:
http://www.uco.es/estudios/sep/cowep/ 

Agradecida de antemano, 
Cristina Ruiz de Villegas García-Pelayo
Responsable de la Biblioteca de la
Facultad de Ciencias del Trabajo de Córdoba
Tfo.: 957-212519
http://www.actiweb.es/delibroantiguoencordoba/

Pilar Sánchez Polaina
Biblioteca Universitaria de Córdoba
Proyectos y Recursos Electrónicos
Campus de Rabanales, Ctra. Madrid- Cádiz, km. 396-A, 14014 Córdoba (España)
tel.:  +34-(9)57 21 21 41, fax: +34-(9)57 21 81 36
e-mail: bg2sapop@uco.es // pre@uco.es
 

jueves, 11 de octubre de 2012

ÉRASE UNA VEZ ADAMUZ...



Érase una vez Adamuz…

Érase una vez un pequeño pueblo, que pronto se convertiría en una gran localidad. Se llamaba Adamuz. La tenacidad de sus conciudadanos, su buen hacer y el calor con el que convivían hicieron de Adamuz un lugar próspero y acogedor, al que uno siempre desea regresar.
Había allí una familia muy humilde que se apellidaba León de primero y Ruiz de segundo. La formaban padre, madre y cuatro hermosas hijas, que se llevaban cinco y cuatro años entre sí, y trabajaban duramente en el campo. Nunca les faltó qué comer.
Las niñas asistían a la escuela y se aplicaban todo lo que el oficio les permitía. Aunque pobres, fueron muy felices hasta que un terrible suceso dejó un vacío del que jamás conseguirían recuperarse. “Los recuerdos feos que tenemos no se pueden olvidar pero bueno, eso queda ahí”, se lamenta más de sesenta años después Carmen, la segunda.
Perdieron a su padre en circunstancias poco agradables. Su madre quedó viuda, joven y con cuatro bocas que alimentar: la mayor de diecinueve, catorce la siguiente, diez tenía Carmen y cinco Paca, la pequeña.
Aunque vivían en la misma casa, Carmen quedó al cargo de su tía. Aquél suceso, sin embargo, la acercaría a descubrir lo que ha sido su gran pasión: la costura. Aprendió  con un sastre amigo de su tía, y dio su primera puntada con tan sólo once años. Y a partir de ahí todo eran hilos, agujas y dedales. “Hermana, ¿te coso un botón?”, preguntaba impaciente. “Carmen, no tengo ningún botón suelto”, le respondían. “Pues lo descoso primero y lo coso después”, insistía. Y si no cosía, así estaba todo el tiempo.
Más tarde una maestra le mostró todos los secretos del oficio. Ésta tenía su casa de coser pero tanta costura le llegaba que ya no daba a vasto, y tuvo que traerse a Carmen y otras muchachas para coser en las casas. Con ella estuvo cinco años: marcar, cortar, hilvanar, coser, repasar…
¡Y agárrate en las vísperas de fiesta! Trajes nuevos para unos y arreglos para otros. Puntadas de día y puntadas de noche.“Que si os vais a vuestra casa a comer, entre el ir y el venir, no nos da tiempo a terminar lo de la Genara”, les decía a las ayudantes la maestra. “Que si os vais hoy a dormir a vuestra casa, entre el ir y el venir, no nos da tiempo a terminar lo de Don Emilio”, les repetía.
De modo que a sus setenta y tantos años, Carmen está al revés si por lo menos no pega un botón en todo el día o coge un bajo o zurce un calcetín.
Después tocó abandonar el pueblo y trasladarse temporalmente a Málaga, al Arroyo de la Miel, y definitivamente, hará ya unos cuarenta años, a Córdoba. ¿Y qué le esperaba a Carmen en la ciudad? “En el pueblo ganábamos para comer, en Málaga trabajábamos para comer y aquí trabajamos para comer”.
En Córdoba ha vivido algunos de sus mejores años. Muy unida a su hermana Paca, se las ingeniaron para vivir la una en el “bajo a” y la otra en el “bajo b”. Pero la compañía del pueblo la han echado de menos entonces, ahora y siempre. Las puertas abiertas “¡Vecina, qué haces!”, “¡Vecina qué tienes!”, “¡Vecina, qué cantas!”. El cariño y la amistad del pueblo.
Carmen mira pensativa su máquina de coser, cierra los ojos. Aparecen sus hermanas y las niñas de la calle. Es el día del Señor y amanece despejado. Por la mañana todas corretean como locas en busca de flores y más cosas, para montar altares por todo el pueblo: altares al Señor. Luego sacan colchas, decoran las puertas con las flores recogidas y rezan. Apenas perceptible, un susurro, casi un pensamiento “Lo divertido que… y lo recuerdas con alegría… era algo tan grande para nosotras…”, Carmen.
Alejandra Vanessa
Este texto ha sido escrito por Alejandra Vanessa (Córdoba, 1981). Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Córdoba. Ha publicado el poemario Colegio de monjas (mención especial del Premio Andalucía Joven de Poesía 2004; DVD, 2005) y el libro híbrido El hombre del saco (El Gaviero, 2006). Ha recibido diversos premios por sus relatos infantiles. Es una de las coordinadoras de la editorial y gestora cultural La Bella Varsovia. En realidad quiere ser artista.


martes, 9 de octubre de 2012

El gran Gatsby, de F. Scott Fitzgerald: nuestra recomendación semanal


El Gran Gastby de Francis Scott Fitzgerald (1896-1940) está plena de actualidad. En los últimos dos años se han publicado en España nuevas ediciones de la novela, en todos los casos avaladas por nuevas traducciones del mayor nivel y cuidada edición. Además, está a punto de estrenarse una película basada en la obra, dirigida por Baz Luhrmann y protagonizada por Leonardo DiCaprio. Es la quinta ocasión en que esta novela se lleva al cine, aunque es merecidamente famosa la que realizó en 1974 Jack Clayton, protagonizada por Robert Redford, que marcó incluso tendencia en la moda retro años 20. Por todo ello y por su calidad reconocida la he elegido como lectura recomendada de esta semana. Comparar las películas entre sí y con la novela es un ejercicio muy atractivo a sumar a la calidad extraordinaria de la obra, valorada hoy como una de la mejores de la literatura estadounidense del siglo XX.

Nick Carraway, narrador de la novela, es vecino durante el verano de Jay Gatsby, un nuevo rico hecho a sí mismo, rodeado de un aura misteriosa y romántica, y anfitrión de múltiples fiestas en las que no aparece y a las que los jóvenes privilegiados acuden sin ser invitados. ¿Qué piensa Gatsby, qué espera? Parece que su único sueño es recuperar a un antiguo amor, la rica y bella Daisy, arriesgándose hasta las últimas consecuencias para alcanzarlo.

Scott Fitzgerald publicó El Gran Gastby en 1925 y fue considerada un fracaso comercial en su momento. Luego, ha ido creciendo su prestigio hasta alcanzar el lugar privilegiado que hoy ocupa. Ha sucedido otro tanto con el autor, perteneciente a la llamada “generación perdida”, cuya figura pareció quedar oscurecida por nombres tan importantes en la narrativa contemporánea como Gertrude SteinJohn Dos PassosJohn SteinbeckWilliam Faulkner o Ernest Hemingway. Escribió sólo cinco novelas y docenas de historias breves en diversas revistas y periódicos, siempre acuciado por un desmesurado “estilo de vida” de derroche y descontrol que vivió con su esposa Zelda (en París, La Riviera y Hollywood). Sumergido en una espiral autodestructiva, murió alcoholizado a los 44 años. La temática dominante de la obra de Scott Fizgerald se centra en la juventud llena de desesperación y emociones cambiantes que tanto tiene que ver con su peripecia personal. Pocos autores han puesto tanto de su propia biografía en sus escritos.
         
        

miércoles, 3 de octubre de 2012

REAPRENDER EN LA ERA DIGITAL


Al igual que la era Gutemberg transformó radicalmente la manera de producir y comercializar los libros, la era digital renovará la forma en que leeremos y escribiremos en el siglo XXI. Si casi todos admitimos ya que Internet ha cambiado la manera en la que nos comunicamos y relacionamos entre sí, ¿de verdad se piensa que la lectura y la escritura van a permanecer inmunes a esta transformación social? La rápida implantación en España de todo tipo de dispositivos inteligentes, como tabletas, móviles táctiles, netbooks, etcétera, está cambiando los hábitos de acceso a la información de muchas personas. Gracias a la tecnología, los españoles leen y escriben en pantalla más que nunca, aunque con demasiadas faltas de ortografía... Leer artículos en blogs, sitios web y en Wikipedia también es lectura. Aunque todavía es pronto para determinar si los futuros hábitos de lectura serán mejores o peores que los anteriores, todo indica que vamos a leer de forma más interactiva y fragmentada, que no es lo mismo que superficial. Desde los códices pasando por la imprenta, cada evolución en la larga historia de la escritura ha obligado a los lectores a reaprender una nueva manera de procesar y almacenar la información. En la era de la participación, el descubrimiento y la lectura de un libro dejarán de ser actividades solitarias para convertirse en actos sociales. Leer en la nube nos permitirá compartir la experiencia de la lectura, así como las sensaciones que genera. A través de este intercambio, siempre y cuando el lector lo consienta, la tecnología nos descubrirá nuevos libros basándose en nuestra afinidad lectora en vez de ofrecernos los más vendidos. Así como en el siglo XX los editores fueron capaces de descubrir grandes escritores, los editores del siglo XXI tendrán que descubrir el talento oculto en el océano de Internet. Los nuevos lenguajes multimedia (sonidos, mapas interactivos, hipertexto, vídeos, imágenes dinámicas, etcétera) permitirán a los nuevos escritores contar sus historias de forma muy diferente a como lo hacían sus homólogos en la tecnología papel. Escribir en digital no significa añadir a un texto cualquier extra multimedia, como un vídeo o imágenes. Los futuros libros digitales cuestionarán la propia idea que tenemos hoy en día del libro. Algunos dirán que parecen más un videojuego que una novela, mientras que otros diremos que no dejan de ser historias en busca de lectores.
Texto extraído de: http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/07/16/vidayartes/1342470400_086502.html